la noche es sal
sobre nuestros hombros de polen
comemos del néctar de los sueños
y la savia de los días es lo que se oculta
tras los relojes agotados
la arena es roja en los ojos como acero
derriten las horas y alaban las palabras susurradas
saboreamos la piel cuando la lengua arrastra su cansancio
no hay placer en la caída
caer es caer es caer
no pienses en la nada de tu piel
no podemos saborear nuestras palabras
alejados por el vacío de los días
caminamos a tientas
simulamos ser el hombre ciego que guarda la entrada
somos la púa del tiempo
la arena que se desmorona
ese reloj que ya no respira
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