hoy es un domingo como cualquier otro domingo

hoy es un domingo como cualquier otro domingo
los días siempre se parecen
pero algunos son más miércoles que otros
y hoy es domingo
hay como un chirrido entre las horas (siempre los domingos)
es un perro que se muerde la cola
un rengo que grita en la plaza San Martín
nos avisa que el fin está cerca
tendría que arrepentirme y santiguarme
y arrepentirme otra vez

y

pero el café se enfría en la taza
si el fin del mundo se esconde bajo la almohada
o me espía tras el arce frente a mi casa
no puede tocar el timbre justo ahora
me deprime que llegue cuando doy el tercer sorbo a un café tibio
¿se derrumbarán las casas mientras como un scon desabrido?
¿las bombas nos carbonizaran mientras suena una canción de L-Gante?

dije que hay un arce frente a mi casa
es mentira, es otra mentira más
es un árbol, sí, pero es otro distinto
no se cual es
es un árbol como cualquier otro
tiene ramas y hojas y la corteza rajada
y tiene pájaros grises que cantan a las 5 AM
el tronco es demasiado delgado
para que el fin del mundo se oculte tras él
el árbol, ese que está frente a mi casa
ese de quien hablo
es un animal deforme y débil
no va a soportar el aburrimiento de los relojes

voy a subirme a un ómnibus
no tengo boleto
le diré al tipo que los vende
“dame para el primero que salga”
“¿a donde?”
“a cualquier lado donde no haya árboles
con pájaros grises que cantan a las 5 AM”
quiero contarle que no me dejan dormir
quiero decirle que Allá los pájaros grises duermen hasta tarde
que quiero un boleto para ir Allá

el tipo me da un papel gris con letras naranjas
me dice el precio
lo pago
pliego el boleto en cinco partes
lo guardo en un bolsillo de atrás del pantalón
“sale de la plataforma 23 en diez minutos”
levanto una mano
como si lo saludara
como si le dijera gracias
pero no lo saludo
no le agradezco

el tipo tiene un arnés que le ajusta el pecho y los hombros
está colgado desde una viga
no tiene piernas
se balancea mientras toma tus datos
corta boletos impresos en color naranja
los entrega con un gesto aburrido y cuatro granos en la cara

el ómnibus está casi vacío
el chofer
una mujer gorda teje al crochet en el primer asiento
una madre sin ganas de vivir cargando tres bolsas enormes y un crío dormido
una pareja joven
se sientan en el último asiento
un viejo con barba de tres días y la piel azulada
“siéntese donde quiera, hay lugar de sobra”
dice el tipo que me pide el boleto

las butacas son angostas pero puedo estirar las piernas
están tapizadas con un plástico oscuro que disimula la mugre
un tapizado barato imitando cuero más barato
las ventanillas están cubiertas por cortinillas naranjas
parecen trozos del mantel que mi madre usaba los domingos al mediodía
cuadraditos blancos y naranjas
naranja como el boleto que tengo guardado en un bolsillo del pantalón
corro una cortina
el vidrio está sucio, pegajoso
parece cubierto de sudor tibio y ácido

el viejo empieza a toser
primero se tapa la boca
tose tose tose
los ojos quieren escaparse de su cara azul
escaparse y salir rodando por el pasillo
ya no se tapa la boca pero sigue tosiendo
y veo gotitas de saliva mojar el respaldo frente suyo
un hilo de baba cae sobre su pantalón
a nadie parece importarle el viejo
nadie lo escucha toser

la mujer sigue extraviada en su baile de lana roja y blanca
mira eso que está naciendo de entre sus dedos
como si no comprendiera que cosa es
desde donde estoy parecen pequeños globos
rojos y blancos
pienso que están vivos
ella los pare entre los dedos
la aguja fecunda los ovillos de lana
nacen esas esferas tibias y blandas
parecen ojos atacados por la fiebre

el viejo sigue tosiendo
creo que soy el único que lo escucha

la madre está rezando con el crío dormido entre sus brazo

la pareja habla entre susurros
no los veo

la puerta del ómnibus se cierra bufando
el motor ronca
mi asiento vibra
el ómnibus arranca marcha atrás
gira hacia un lado
se frena
avanza
se frena
retrocede
gira un poco más
y arranca

hay una luz azul débil sobre la cabeza del chofer
es una luz enferma
desde el fondo llegan sonidos blandos
pienso en almohadones de plumas rozándose
el viejo tose
el chofer es irreal bajo la luz azul

la mujer sigue tejiendo
algo se escapa de entre sus dedos
cae al suelo
rueda hacia el fondo
el chico se despierta y dice algo que no entiendo
el murmullo blando como de almohadones que se rozan se detiene
escucho la risa de la chica
parece nerviosa
silencio
tos

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