Ausencia

Su ausencia es como haber perdido un brazo.
Miro a un lado y el brazo está allí. Puedo verlo. Puedo sentirlo naciendo en mi hombro, extenderse hacia abajo y terminar en una mano. Los dedos se abren y cierran.
Mi otra mano se aferra al brazo ausente, los dedos se aferran a la carne, hasta que duele.
Pero es mentira.
El brazo, como ella, no está.
A veces, la pienso encarcelada a una piel que no es la mía.
Entonces el brazo duele un poco más.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑